El Gorsedd del Jaguar Foro de El Templo del Jaguar. Foro dedicado al estudio y difusión del druidismo en español. |
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| Capítulo 3: Un poco de historia | |
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Nasseilian Administradora
Cantidad de envíos : 608 Edad : 34 Localizaci�n : Córdoba Fecha de inscripción : 15/10/2007
| Tema: Capítulo 3: Un poco de historia Jue Sep 23, 2010 12:32 pm | |
| Un poco de historia Hay muchísimos libros que podrían ilustrar la historia del pueblo celta mejor que yo. Desafortunadamente, no me he detenido en este punto en mis búsquedas cibernéticas, así que no puedo recomendarte alguna página para aprender sobre este maravilloso pueblo. Lo único que me ha dejado conforme son los libros de papel. Si tienes a tu alcance alguna biblioteca, fíjate a ver si encuentras algo… Para leer una versión clásica de su historia, mejor dejo a historiadores, antropólogos y arqueólogos. Ellos lo harán mejor que yo. Y podrán ilustrarte mejor en su cultura, que resulta algo fundamental para el druidismo, no tanto para su práctica, sino para entender las razones de muchas elecciones. Sin embargo, decidí optar por traerte a un druida inspirado que encontré por ahí, de quien lamentablemente no tengo el nombre, pero que describió de manera retrospectiva la historia, no tanto del pueblo celta sino del druidismo en sí. Los dejo con sus palabras: ………………………………………………….. Resurgimientos del druidismo
En 1964, Ross Nichols fundó la Orden de los Bardos, los Vates y los Druidas (OBOD), con la intención de llevar de nuevo el druidismo hacia lo que el veía como sus raíces celtas. A finales de los setenta, el druidismo comenzó a adoptar elementos de la Wicca, la nueva religión pagana creada por un amigo de Nichols, Gerald Gardner. Los druidas empezaron también a ser influidos por los siberianos, los nativos americanos y otras culturas indígenas, y a descubrir de nuevo, a través de estas, las raíces de la tradición nativa europea. Entre ellos, estas influencias, juntamente con la investigación de los manuscritos medievales de Gales e Irlanda, se alimentó la recreación del druidismo como una espiritualidad mágica, holística y conectada con la tierra y los antepasados. Antes de los años setenta, la imagen del druida aparecida en la prensa popular era la de hombres con túnicas blancas en pie en un círculo de Stonehenge en el solsticio de verano. Este espectáculo anual formaba parte del verano inglés tanto como el críquet y el té con crema. Parecía que siempre había sido así: figuras con túnicas tras la puesta de sol y antes del amanecer, realizando ritos elaborados y desapareciendo después, hasta el siguiente verano. Si vamos cien años más atrás, esa imagen vuelve a cambiar. Los druidas de aquel tiempo están representados de forma más clara en la mente de la gente por el Gorsedd Galés de Bardos. El Gorsedd aparece todavía a principios de agosto en el Nacional Eisteddfod, la gran celebración anual de la lengua y la cultura galesa. Sus túnicas son de tres colores: azul para los bardos, verde para los vates y blanco para los druidas y realizan elaboradas ceremonias en modernos círculos de piedra construidos para la ocasión en pueblos en los que se celebra el Eisteddfod. Hablan galés, llaman a la paz: Heddwch!; desenvainan y envainan de nuevo una espada para mostrar que la paz existe realmente. Chica jóvenes llevan flores al altar de piedra que hay en el centro, en el que se sitúa un archidruida. El Hirlas Horn (cuerno de Hirlas) se pasa por el grupo, y el bardo que haya compuesto el mejor poema en verso tradicional está delante del grupo, en una silla. Si vamos un poco más de doscientos años hacia atrás, llegamos hasta el resurgimiento druida del siglo XVIII. Es el solsticio de verano de 1792, y estamos encima de la colina de Primrose de Londres. Aquí nos encontramos con una pequeña reunión dirigida por un picapedrero galés, fallido hombre de negocios y falsificador literario, llamado Edward Williams, también conocido por su nombre bardo, Iolo Morganwg. De pie, en un círculo de piedrecitas que traía en su bolsillo, y vestido con la ropa habitual de cada día, hace un llamamiento a la paz, desenvaina y envaina una espada y pronuncia la plegaria gorsedd:
Concedednos, oh, Dios, vuestra protección, Y con la protección, la fuerza, Y con la fuerza, la comprensión, Y con la comprensión, el saber, Y con el saber, el conocimiento de la justicia, Y con el conocimiento de la justicia, el amor de ello, Y con este amor, el amor a todas las existencias, Y con el amor a todas las existencias, el amor a Dios, A Dios y a todas las bondades.
Esta plegaria se sigue oyendo todos los años en el Welsh National Eisteddfor. De formas diversas, se puede oír también en ceremonias de muchos otros grupos druidas, si bien muchos reemplazan la palabra Dios por espíritu, espíritus, dioses, diosas o dios y diosa. La ceremonia de Iolo en la colina Primrose señaló la formación del Gorsedd de Bardos de la isla de Gran Bretaña y las coloridas ceremonias realzan el Eisteddfod. Iolo afirma haber encontrado los ritos y leyes de los gorsedd en antiguos manuscritos galeses y, durante los 150 años posteriores a su muerte, mucha gente le creyó. Más tarde, un estudioso que investigaba los documentos de Iolo encontró versiones en borrador de los supuestos manuscritos antiguos, escritos por el propio Iolo: prácticamente la totalidad de su amplio y complejo sistema de tradiciones bardas y druidas era resultado de su propia invención. Actualmente, mucha gente considera a Iolo y a sus contemporáneos unos románticos, en el mejor de los casos, y unos timadores, en el peor. Sin embargo, cuando Iolo se dedicó a imitar poesía galesa medieval fue capaz de hacer pasar sus propios versos por el más reconocido bardo medieval, Dafydd ap Gwilym. De hecho, las imitaciones de Iolo se han hecho realmente más populares que los originales de Dafydd. Verdaderamente, Iolo tenía talento, e incluso ingenio. Cuando era niño, Iolo se inspiró en los cuentos de su madre sobre grandes días pasados, en los que todas las nobles casas galesas tenían a su propio bardo. Más tarde, encontró la inspiración en las visitas a los grandes círculos de piedra de Avebury y Stonehenge. Su inspiración le llevó directamente a fundar el Welsh Gorsedd y a todo lo que hizo por promover y preservar la lengua y la cultura galesa. También inspiró la fundación de la Biblioteca Nacional de Gales y la Universidad de Gales. Iolo respondía a una fascinación popular con el druidismo que había empezado en el siglo XVII. El anticuado John Aubrey (1626-1697) fue el primero que relacionó a los druidas con los prehistóricos círculos de piedra como Stonehenge. Le siguió un excéntrico pastor cristiano, William Stukeley (1697-1765), que, como Aubrey antes que él, visitó Stonehenge y Avebury. Stukeley convirtió su jardín en un bosquecillo druida, llenó sus sermones de referencias a los druidas y se denominó a sí mismo Chyndonax of Mount Haemus, druida. Consideraba el druidismo una religión patriarcal, llevada a Gran Bretaña después del diluvio bíblico, y describía a los druidas como protocristianos que practicaban lo que él denominaba la Religión Natural. Las ideas de Stukeley fueron recogidas por un visionario poeta y artista, William Blake (1757-1827). Blake no sólo veía a los druidas como protocristianos, sino que identificaba a figuras cristianas como Noé y Abraham como druidas. William Wordsworth (1770-1850) y otros poetas de la época escribieron sobre los druidas, mientras que artistas contemporáneos, incluidos dos conocidos ingleses, Turner y Constable, produjeron pinturas y dibujos sobre Stonehenge. A través de su obra, la imagen del druida retorna a la establecida cultura británica.
Supervivencia del druidismo Existieron colegios bardos en Escocia hasta el siglo XVIII. Un siglo antes también había habido instituciones semejantes en Gales e Irlanda. Representaban el nexo directo con el druidismo del pasado remoto, cuando los bardos eran miembros de la clase druida entre los pueblos tribales de Europa en los siglos anteriores a la Era Común. A los estudiantes de estos colegios se les hacía memorizar grandes cantidades de poesía, tradiciones y leyendas de sus antepasados, y genealogías de familias importantes, el mismo modo que lo habían hecho sus predecesores en tiempos de Julio Cesar. Los druidas fueron consejeros de los reyes irlandeses por lo menos hasta el siglo X, mientras que los bardos se refieren a los druidas como activos en Gales en el siglo XII. Este fue el periodo en que se escribían los antiguos cuentos de reyes paganos y héroes de Gran Bretaña e Irlanda, y normalmente los autores eran monjes. En estas historias, los druidas eran retratados como consejeros reales, profetas, magos, curanderos e intérpretes de sueños y presagios, que tenían la habilidad de adivinar y profetizar el futuro, provocar neblinas mágicas, preparar brebajes mágicos con milagrosos poderes curativos, resucitar a los muertos, alterar el clima, transformarse y transformar a los demás en pájaros o animales, y derrocar a tiranos con sus maldiciones. En conjunto, era una generación más salvaje y mágica que los druidas evangelistas del siglo XVIII. A finales del periodo medieval, muchas funciones druidas eran atribuidas a Merlín en los cuentos del rey Arturo y sus caballeros. El personaje de Merlín que conocemos ahora fue creado en el siglo XII por Geoffrey de Monmounth, que escribió en lengua galesa leyendas acerca de dos bardos de la denominada Edad Media. El primero, Myrddin Emrys, era descrito como un profeta mágico y consejero del rey británico del siglo V, Ambrosio. El segundo, Myrddin Wyllt, llamado el Salvaje, era un bardo escocés del siglo VI. Al ver cómo su señor y sus compañeros morían en una batalla, decidió abandonar la compañía humana y vivir en el bosque de Celydon con un lobo y un cerdo. Se ganó la fama de ser un inspirado profeta. Ambos Myrddins vivieron en la época en que gran parte de Europa, incluyendo Gran Bretaña e Irlanda, vivía la transición del paganismo al cristianismo, y ambos conservan muchas cualidades del druida pagano.
Druidas clásicos
Si, una vez situados en la Edad Media, volvemos a retroceder otros 500 años, llegamos a los inicios de la Era Común, y a los primeros registros escritos de los druidas. Las pocas descripciones que nos han llegado de druidas, proporcionadas por escritores griegos y romanos de los últimos siglos anteriores a la Era Común y los primeros siglos de esta era, fueron la inspiración de los anticuarios del siglo XVII, quienes, a su vez, inspiraron el resurgimiento druida del siglo XVIII. Entre las historias más influyentes se encuentra la historia griega de Plinio el Viejo. En un pasaje de su Historia Natural, escrito en el siglo I EC., ofrece una vívida explicación de las creencias druidas de un rito celebrado en el bosque:
Los druidas... no tienen nada más sagrado que el muérdago y el árbol que lo sostiene, teniendo en cuenta que ese árbol siempre es un roble. Sin embargo, eligen bosques compuestos por robles sólo por el bien del árbol, y nunca realizan ninguno de sus ritos si no se encuentran ante una rama de roble... De hecho, piensan que todo lo que crece en él ha sido enviado por el cielo y es una prueba de que el árbol fue elegido por el mismo dios. No es fácil, sin embargo, encontrar muérdago en un roble; y, cuando se encuentra, es cogido con una gran ceremonia religiosa adecuada, si es posible el sexto día del ciclo de la Luna (ya que es con la Luna con la que miden los meses y los años, y también su propia edad de treinta años). Eligen este día porque la Luna, si bien no está aún en la mitad de su recorrido, ya tiene una influencia considerable. Denominan al muérdago con un nombre que, en su lengua, significa el que todo lo cura. Después de hacer un preparado para el sacrificio, así como un banquete bajo los árboles, llevan allí dos toros blancos, atados por los cuernos. Vestido con una túnica blanca, el sacerdote sube al árbol y corta el muérdago con una hoz de oro, y es recibido por los demás en una capa blanca. Entonces, los demás matan a las dos víctimas, orando porque el dios hará de esta ofrenda algo favorable para aquellos a los que se la conceda. Ellos creen que el muérdago, si se toma en infusión, da fecundidad a los animales estériles, y que es un antídoto para todos los venenos.
Plinio vistió a su druida de blanco, mientras que algunos otros escritores contemporáneos describen a druidas vestidos con túnicas bordadas en oro y a mujeres que probablemente eran druidas vestidas con túnicas negras. Actualmente, los druidas reconocemos ciertos aspectos de la descripción de Plinio como relacionadas con nuestra práctica: su presentación del druidismo como un sistema de creencias mágico; su honra al paso del tiempo y a los ciclos de la naturaleza a través de las fases de la Luna; su implicación en las propiedades curativas de las hierbas y en los espíritus que residen en los árboles, plantas y animales. Los druidas modernos no sacrificamos animales, si bien algunos se preguntarán por qué es esto así si decimos revivir una antigua tradición de la que formaba parte el sacrificio de animales. La respuesta es que no intentamos revivir el druidismo de hace 2.000 años. Aquellos eran tiempos más difíciles, en los que la comida escaseaba, y la muerte por hambre, enfermedad o guerra era una amenaza constante. Hoy, la vida de la mayoría de nosotros es muy diferente. El druidismo es una tradición viva. Y al igual que los tiempos cambian y que la conciencia humana evoluciona, el druidismo cambia y evoluciona, renovando su relevancia en cada nueva generación. ¿Qué más conocemos de los druidas antiguos? En el siglo I a. EC., el historiador griego Diodorus Siculus hacia la siguiente descripción de los druidas de la época:
Entre ellos – por ejemplo, los galos, el pueblo del país que llamamos Francia- hay compositores de versos a los que se les conoce como bardos; estos, cantando y con instrumentos similares a una lira, alaban a unos y vituperan a otros. Tienen filósofos y teólogos que son tratados con mucha consideración a los que llaman druidas; tienen adivinos – vates-, también de gran renombre, que conocen el futuro o a partir del vuelo de los pájaros y de la observación de las entrañas de los animales; y todos están atentos a sus palabras. ... Es costumbre de los galos que nadie haga ningún sacrificio sin la presencia de un filósofo- por ejemplo, un druida-, porque, según ellos, las ofrendas a los dioses sólo deberían hacerse por mediación de estos hombres, que han aprendido la divina naturaleza y, por decirlo de algún modo, están familiarizados con ella, por lo que sólo a través de ellos debe buscarse la bendición de los dioses. Estos profetas tienen autoridad no sólo en tiempos de paz, sino también de guerra, y los encantamientos de los bardos tienen efectos tanto en amigos como en enemigos. A menudo, cuando los combatientes se encuentran alineados frente a frente, las espadas están desenvainadas y las lanzas están alzadas, aparecen esos hombres entre los ejércitos y suspenden la batalla, del mismo modo que las bestias son encantadas a veces. Así, incluso entre los bárbaros más salvajes, la ira cede ante la sabiduría, y Marte es avergonzado ante las Musas.
Diodorus nos presenta las tres áreas principales de la práctica druida: los bardos, los vates y los druidas. Cada una de ellas hace referencia a diferentes áreas de ellos mismos y ofrece diferentes maneras de ver el mundo. La senda de los bardos se centra en encontrar fuentes personales de inspiración y en fomentar la creatividad. La senda de los vates se centra en la curación, la conciencia y la comprensión de procesos de cambio de ellos mismos y del mundo. La senda de los druidas les lleva a trabajar con los procesos de cambio para asumir un papel más activo en el continuo proceso de creación. Los druidas modernos seguimos actuando como sacerdotes, si bien actualmente los sacrificios que realizamos incluyen cosas como tiempo, poesía, frutos de temporada y flores o aguamiel. De Plinio y otros autores, hemos aprendido que los antiguos druidas realizaban ritos en los bosques, si bien esta práctica no ha debido de ser frecuente antes de los intentos romanos de limitar las actividades de los druidas en el siglo I a EC. En esa época, los druidas tenían un concepto del espacio sagrado denominado nemeton, un área específicamente destinada para usos rituales, a menudo rodeada por un terraplén o una franja excavada en el suelo. A veces, se construían pequeños templos o santuarios en el área sagrada. Los santuarios solían consistir en estructuras de madera, aunque algunos eran de piedra y, en ocasiones, de hueso; algunos eran cuadrados, otros redondos. Santuarios de este tipo fueron encontrados en pueblos encima de colinas, que era una forma frecuente de asentamiento en Europa durante la Edad de Hierro. Muchos nemetonae disponían de fosas rituales en las que se hacían las ofrendas. En ocasiones, se erigían postes de madera o piedras alineadas al amanecer o al atardecer en alguna época significativa del año. Los druidas de la Edad de Hierro utilizaban hierbas y árboles sagrados en sus ritos, y practicaban la adivinación a partir del comportamiento de los pájaros y del movimiento de las estrellas. Algunos ritos incluían música y baile. Los rituales no eran la única área en que actuaban los druidas. También eran jueces y abogados, historiadores, maestros, doctores, cantantes y músicos. De hecho, todos los aspectos de la vida que requirieran algún tipo de educación formal parecían ser competencia de los druidas. Estos parecían haber asumido, entre los habitantes de la Edad de Hierro en Europa, un papel similar a la casta de los brahmanes entre los hindúes. El druidismo de este periodo tuvo su lado oscuro, en el que se incluyen los sacrificios animales y, probablemente, también humanos. Fue una época en la que la gente entre la que vivían los druidas vivía y trabajaba como cazadores de cabezas, y conservaba la cabeza de sus enemigos como trofeos, utilizándolas a veces para decorar los santuarios. Parece que estamos muy lejos, de hecho, de la imagen romántica del siglo XVIII del sabio vestido de blanco. Y, sin embargo, no estamos tan lejos si tenemos en cuenta que varios escritores clásicos se refieren a los druidas como filósofos naturales, astrónomos, oradores, sabios jueces, inspirados profetas y habilidosos diplomáticos. Y si bien los druidas de esa época trabajaban muy cerca de la muerte, sabemos que creían fervientemente en la vida después de la muerte, y que esta creencia era tan intensa que celebraban la muerte como una liberación o un renacimiento. También creían en la trasmigración del alma, creencia que aún mantenemos algunos druidas de hoy.
Orígenes
Los orígenes del druidismo se pierden en la prehistoria. Los registros más antiguos sitúan a los druidas entre los pueblos tribales de Europa identificados por los historiadores modernos como celtas posteriores a un grupo tribal, los keltoi. La lengua y la cultura que llamamos celta se desarrolló en Europa central a principios del primer milenio anterior a la Era Común, si bien Julio Cesar nos cuenta que los galos de la época creían que el druidismo se había originado en Gran Bretaña. Es apropiado creer que se desarrolló durante miles de años, y que sus orígenes van más allá de la aparición de la cultura denominada celta. A partir de los registros arqueológicos queda clara que muchas prácticas rituales de los celtas de la Edad de Hierro eran frecuentes mil años antes entre los constructores, en la Edad de Bronce, de los grandes círculos de piedras de Gran Bretaña e Irlanda, y mil años antes, incluso, entre los pueblos del Neolítico que construían megalíticas tumbas-santuario como la de New Grange, en Irlanda. Delimitar un espacio sagrado con una franja o terraplén, hacer ofrendas rituales en fosas o astas y erigir postes de madera y piedras alineadas al amanecer o al atardecer en determinadas épocas del año son prácticas comunes desde el año 3500 a. EC hasta el 400 EC. Estas son, por tanto, las líneas generales de la historia druida, desde la edad del microchip hasta la edad de los instrumentos de piedra. ¿Ha sentido usted la presencia de su arquetipo de druida en algún punto del viaje? ¿Con qué fase de la historia se ha sentido más conectado? ¿Qué le dice sobre quién es usted y cuáles son sus expectativas y deseos? Así, después de haber hecho nuestro viaje hacia el pasado, regresamos conscientemente al presente, conscientes de quiénes somos y de lo que nos rodea. Una vez aquí y ahora, agradecemos a nuestros antepasados de sangre y de espíritu todo lo que hemos aprendido, y la rica herencia de tradición y aprendizaje que hemos obtenido de ellos. ¡Ave, oh, antepasados! ¡Os saludamos!
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Una aclaración más antes de seguir: los celtas en realidad son un conjunto enorme de tribus que se asentaron en gran parte de Europa. Hay reminiscencias Keltoi en lugares como Bélgica, Francia, España, Italia, Irlanda, Gales, Escocia e Inglaterra. Con la reconstrucción del druidismo surgió la pregunta si debía hacerse una diferenciación entre las distintas cosmologías que eran oriundas de estos países. Ahora se habla de “panteones” o “tradiciones”, las cuales poseen ligeras diferencias entre sí. No todos los druidas se sienten inclinados por seguir un panteón en particular, y hasta hay quienes se atreven a reconciliar las diferencias teóricas. Las ramas de las cuales conozco la existencia son la tradición bretona, británica, manesa, irlandesa, galesa, escocesa, gala, gallega, teutona y cristiana. Algunas son más conocidas que otras, o contienen más divergencias o elementos nuevos del druidismo, pero es bueno incursionar un poco en cada una, pues cada división tiene una riqueza maravillosa. Os recuerdo que esta es sólo una pequeña introducción al druidismo, por lo que será labor vuestro buscar un poco más de información de cada rama. La tradición bretona viene de lo que actualmente es Francia. Bretaña es una península al noroeste de este país, el cual fue parte de lo que una vez se llamó Armórica y que tuvo durante muchos años ocupación celta. Por eso hay una gran cantidad de gorsedds druidas en Francia, o webs en francés. Prefieren utilizar el bretón, el dialecto celta de la región. La británica proviene de lo que ahora es conocido como Gran Bretaña -la palabra Britania no es usada en el castellano-, la isla en la cual coexisten Inglaterra, Gales, Cornualles y Escocia. Específicamente, se basa en la vida del pueblo celta britón que luego fueron desplazados por pictos, anglos y sajones. La lengua característica de esta tradición es la cúmbrica o cámbrica. En la Isla de Man, se habla el manés o manx, y es un pequeño archipiélago que se encuentra entre Gran Bretaña e Irlanda. Su Dios patrono es Manannan, quien se dice que eleva una niebla en sus costas para hacerla desaparecer cuando se haya en peligro, y la cual posee una colina que posee cierta magia, conocida porque desde allí "se ven los tres reinos, el del Mar, el del Cielo y el de la Tierra". De Eire -lo que ahora conocemos como Irlanda- es de dónde proviene la mayor cantidad de información sobre el druidismo. Quizás porque fue uno de los pocos lugares que no fue conquistado por los romanos, y donde el cristianismo se extendió tiempo después que el resto de las naciones, mucho pudo rescatarse de su herencia céltica. Los Tuatha de Dannan son los Dioses de Irlanda. El irlandés también es conocido como gaélico moderno. Lo que hoy se conoce como Gales, era conocida por los nativos como Cymru, y de aquí son oriundos, junto con Britania, la leyenda del Rey Arturo, de Merlín y de los Dioses como Cerridwen y Cernunnos. Este pequeño país se encuentra en el margen oeste de Gran Bretaña, y el idioma céltico de allí es el galés. La tradición escocesa también se hace presente, otro país de Gran Bretaña. Las gaitas y su música celta en general son conocidas a nivel mundial. Algunos druidas utilizan el gaélico escocés y otros el lalllans, una lengua que pertenece a otra familia lingüística (es germánica). Dentro de su territorio, también se encuentran infinidad de islas, entre ellas, las conocidas Orcadas o las Hébridas. La rama gala incluye a casi todos los asentamientos celtas del continente. Los romanos denominaban Galia a "Francia, Bélgica, el oeste de Suiza y las zonas de Holanda y Alemania al oeste del Rhin, y una franja aún poco determinada de este último país, a la orilla derecha del río". La dividieron en La Galia Cisalpina y la Transalpina, y esta última en Galia Bélgica, Galia Comata, Galia Aquitana, y Galia Leguria. De esta zona nos llega la famosa historia de Ásterix y su druida Panorámix. El idioma hablado es el Galo y sus variantes. Los gallegos también tienen su tradición, su celtismo, su variante del druidismo. Actualmente es una nación autónoma de España, al noroeste. El gallego no es un idioma celta, aunque es el lenguaje oficial de Galicia. El druidismo teutónico es otra variante que suele utilizar los Dioses nórdicos en vez de los célticos. Su emplazamiento sería principalmente de parte de Alemania, Escandinavia, Dinamarca, la parte norte de Italia y Europa del Norte en general. Por último, sobre todo en la zona de Irlanda, la tradición autóctona se fue mezclando con el cristianismo, creando una cultura nueva, que posee cualidades de ambas corrientes. Por mucho tiempo, la Iglesia cristiana no aceptó la variante irlandesa –conocido como cristianismo celta-, y algo similar ocurre entre muchos eruditos del neodruidismo. Lo cierto es que no es de las variantes más ortodoxas, pero sí posee más fuentes que las demás, pues se nutre de manuscritos de los monjes de la Edad Media, sin filtros o reinterpretaciones. Es un camino principalmente monoteísta, y la figura de muchos santos se confunden con la de los dioses paganos. Los nombres de los Dioses varían ligeramente de tradición en tradición, e incluso habrá divinidades propias de cada panteón. Algunas diferencias se ven en el árbol sagrado, en la forma en que ven al Otro Mundo o en las herramientas usadas. Elegir una rama o trabajar con todas es una decisión que se toma con el tiempo, y que no es necesaria. Lo cierto es que, por respeto, deberíamos evitar convocar a los Dioses con nombres de los distintos países (esto es, si llamamos a Lugh por su nombre irlandés, deberíamos invocar a Nuada y no a Nodens)
Última edición por Nasseilian el Jue Sep 23, 2010 12:34 pm, editado 1 vez | |
| | | Nasseilian Administradora
Cantidad de envíos : 608 Edad : 34 Localizaci�n : Córdoba Fecha de inscripción : 15/10/2007
| Tema: Re: Capítulo 3: Un poco de historia Jue Sep 23, 2010 12:33 pm | |
| Tarea: Sácate todas las dudas que tengas. Elige el período que te gustaría conocer más profundamente, o elige uno de los autores nombrados en el texto citado. Has una búsqueda de información y escribe un ensayo con lo que hayas encontrado. Tarea adicional (no obligatoria): Elige un país o una zona en donde se haya asentado el pueblo celta e investiga: averigua sobre su toponimia, sobre las ciudades antiguas, sobre la historia de ese lugar, o sobre las costumbres de las tribus que estaban asentadas allí. También puedes buscar la historia de la tradición de tu lugar. Averigua sus cambios, sus períodos, y cómo evolucionó su cultura a través del tiempo. Lo mejor son los libros de historia, que te darán una visión más completa de lo que pasó. O si tienes alguien a quien preguntar, ¡mucho mejor!
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| | | Nasseilian Administradora
Cantidad de envíos : 608 Edad : 34 Localizaci�n : Córdoba Fecha de inscripción : 15/10/2007
| Tema: Re: Capítulo 3: Un poco de historia Jue Sep 23, 2010 12:33 pm | |
| Esta vez el bosque está más bullicioso que de costumbre. Hasta la druidesa va de aquí para allá, ora observando el distante horizonte, ora jugando con los pájaros que revolotean por todas partes. La luz se cuela entre las hojas, y da a la escena un tono mágico. Te contagias de esa alegría infantil, y después de haber estado mirando por unos momentos, te entregas a las escapadas y saltos con los animales del bosque. Un zorro travieso te lleva cada vez más lejos del lugar donde está la druidesa. Eso no te preocupa, pues has aprendido que nunca puedes perderte aquí. Sigues al viento y pides a los árboles por guía y siempre vuelves a donde estabas. El animalito corre y salta, se escabulle entre las raíces semienterradas de los arcanos árboles, y luego te espera a que llegues, que eres bastante menos ágil que él. Poco a poco el terreno va elevándose, llevándote más y más cerca de la montaña; la vegetación empieza a cambiar, se hace menos densa; pero tú estás completamente entregado a ese juego dulce, enteramente preocupado en alcanzar a tu compañero. De repente, el zorro te lleva hacia un peñasco, y se queda mirando fijo, con una pata levantada y las orejas bien paradas. Extrañado, sigues su vista, y antes que tus ojos, tus oídos comienzan a oír un suave sonido rítmico. Te acercas aún más al borde del precipicio, y lo distingues: es un sonido de tambores. Pero miras hacia todas partes y no logras distinguir su procedencia: pareciera que el ruido viniera de todas las direcciones. Entonces, comienzas a ver unos puntos blancos que avanzan abajo, alrededor de la elevación en la que estás. Y todos se dirigen a un lugar: al bosque. ¡Una reunión de druidas! Bajas lo más rápido que puedes, resbalando a veces por una piedra que no te percataste de lo floja que estaba. El zorro se te une a la carrera, alternando entre tu derecha e izquierda con cada salto. Más animales comienzan a seguirlos; te ves rodeado de toda una manada de innumerables seres… hasta te parece percibir un aleteo dorado con sonido a campanas, y unos hombrecitos macizos y muy camuflados entre la hierba… Cuando llegas al claro lo primero que ves es a tu maestro, esta vez con su atuendo de hombre, tocando firmemente un tambor que sostiene en su regazo. Su piel está pintada casi íntegramente con algún pigmento oscuro, y sus manos parecen generar un sonido que se extiende al infinito. Luego comprendes: están tan bien sincronizados, que el latido de los tambores de todos los druidas parecen un solo golpe. De los bordes del claro, comienzan a llegar. Te maravillas ante la diversidad que vez: bardos ancianos vestidos de blanco, doncellas vestidas suntuosamente, con diademas doradas, ejecutivos de traje y maletín, hombres, mujeres de todas las épocas… pero todos tienen algo en común: esa mirada –no sabrías especificar qué ves en ella, pero ese “algo” te cautiva- y ese símbolo, el símbolo de la regeneración, el símbolo de los ciclos de la vida, y de tantas otras cosas, el triskel. Algunos lo llevan tatuado, otros en un colgante o brazalete. Todos son druidas, druidas de todos las épocas. Sonríes. Era realmente cierto que en este bosque no existe el tiempo, o mejor dicho, que cronos confluye en él. Los tambores se detienen en un mismo soplo. Los animales permanecen pétreos. El bosque está en silencio. -¡Bienvenidos una vez más, mis hermanos! – tu guía se levanta al mismo tiempo que comienza a recorrer el círculo formado por las personas- Año tras año, estemos donde estemos, volvemos sobre a nuestras raíces, a nuestras elecciones, a este sacro y amado bosque. -Como siempre, es su decisión permanecer o abandonar este camino –una mujer regordeta se adentra en el círculo, hasta su centro. A pesar de su cuerpo, se mueve con suma gracia y autoridad-. Cada cosa que hacemos debe hacerse con total pasión y total desapego, para poder crecer y ser realmente libres. Pero esto es un trabajo que se realiza a cada minuto, a cada instante. - Aquellos que sientan que es momento de cambiar de camino, de seguir otra senda, no duden en hacerlo. Es preferible equivocarse, perderse en las tinieblas y morir en la batalla que hayamos elegido, a seguir en un lugar por costumbre, por comodidad, y con la duda matando el corazón. Nadie es dueño de esta decisión, excepto ustedes mismos, y nadie puede responder por ustedes. El sendero siempre estará aquí, listo para recibirlos si desean volver. Por todo esto les pregunto, ¿alguien decide que es tiempo de partir? Ves que dos personas, desde extremos opuestos, se acercan al centro. Uno, un hombre de mediana edad, vestido con un jean y una camisa color café; la otra, una muchacha, de unos 20 años quizá, con un sencillo vestido de lino. El primer druida enciende una fogata, mientras la mujer que recién habló se retira de la escena. El hombre de la camisa café, se acerca al fuego, y dice en voz alta: - El druidismo me permitió aprender a confiar en mí mismo, en mis elecciones. Me enseñó respeto, y ante todo, comprensión, para con los demás, y para conmigo. Sin embargo, no puedo ver claro, no puedo entender cómo conjugar esto con mi vida diaria. Con mi trabajo, con el tráfico, con mi familia, con mi pareja que no conoce este lado de mí. El druidismo ya no me sirve para vivir en el mundo cotidiano: he decidido olvidar todo esto, y volcarme a la realidad, a mis problemas. Decidí que no quiero filosofar más, sino pasar a la acción –y con esta última frase, se saca su reloj, el cual tenía la imagen del triskel, y lo arroja a las llamas. Consumido éste, se da vuelta, saluda con la mirada a los demás, quienes le sonríen, y se marcha por un costado del claro. La niña siguió a continuación. Mientras sostiene en su mano una cadenita con el símbolo, murmura: - Deambulé en oscuridad mucho tiempo. Viví en la furia, en el enojo y en la victimización permanente de mi vida. Me sentí sola, muy sola por mucho tiempo. Conocí a un hombre, a un maravilloso compañero que me enseñó sobre la verdadera libertad. Me enseñó que no era aterradora como creía, sino que era el don más preciado que los Dioses nos han dado. Su confianza y felicidad me hicieron acercarme al druidismo, y conocí este maravilloso camino. Ahora estoy lista, y sé que necesitaba de esta tradición para encontrarme a mí misma. Pero ahora que lo hice, me doy cuenta que tengo que buscar mi propia estrella –ves que un hombre del círculo la mira como sólo los amantes lo hacen. En sus ojos hay un orgullo infinito, y una comprensión maravillosa. Sin querer, como al descuido, tus ojos se llenan de lágrimas-. Sé que quizá sea una aventura difícil, pero ya es hora. Además sé que te tengo al lado –y acto seguido, lanza el colgante a las llamas. Sonríe a todos, y luego serenamente, se aleja del círculo. Los segundos trascienden tranquilamente, sin que aparezca la incomodidad ante el silencio. Comprendes que muchas veces éste es mejor que las palabras. Luego de un período indefinido, la misma druidesa se acerca al centro, y proclama: -Hermanos, amigos, compañeros míos, ¿estáis dispuestos a seguir este camino hasta que vuestros corazones digan lo contrario? –un sí lleno de emoción y compromiso se alza, y los pájaros, como para dar más fuerza al momento, llevan este grito a lo alto del firmamento. A continuación, el círculo se sienta más cómodamente en el suelo, lo que te permite verlos mejor. Hay hombres y mujeres de todas las edades y de todas las épocas. Algunos tienen trajes de lugares muy definidos, otros podrían ser de cualquier parte. Muchos tienen equipajes y hasta animales que los acompañan. Comienzan a acercarse unos a otros, y a veces, a intercambiarse objetos. Tu guía, que se sentó a tu lado, te explica: -Están compartiendo conocimientos, recetas y descubrimientos que aprendieron desde la última vez. Algunos son grandes amigos, otros simplemente escuchan con el alma y se acercan a quien sienten que necesita de lo que encontraron en su camino. Puede ser un consejo, una receta, una idea, o un objeto. De esta forma, la comunidad crece, tanto en experiencias como en hermandad… Cuatro personas se te acercan, con esa mirada característica que te cautiva. Vienen a intercambiar contigo. Escucha con el oído de la mente –o si prefieres, imagina- cómo están vestidos, cómo son. Qué es lo que vienen a decirte. Recuerda todos los detalles. Luego de haberlos oído hablar, agradéceles el regalo, y dales lo que sientas, un consejo, una experiencia, un abrazo, un objeto de tu morral. Siéntete libre y vive esta experiencia.
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