Les dejo esta vez un texto, quizá un poco extremista, pero que me encantó de sobre manera...
Lo saqué de
http://cov.punto-rojo.org/?p=64DE RITUALES PERVERTIDOS Y OTRAS PÉRDIDAS IRREPARABLES.
...la Gran Diosa, la Madre Oscura...
Esta noche es la última del año y todos se preparan para los 3 días de caos,
locura y ceremonias de la fiesta de Sow-en. Ya los caballos pastan en prados
que no les corresponden, algunos hombres se han vestido de mujer, y hay
niños pidiendo de comer en casas que no son las suyas (pues los druidas bien
saben que al pueblo le viene bien un poco de locura después de todo un año
de lucha por la supervivencia, antes de que empiece la oscuridad del
invierno), todas las puertas y ventanas han sido descerrajadas dejando las
casa abiertas de par en par para las visitas que han de llegar desde el otro
lado del Velo, y hay comidas y bebidas en las entradas de todas las casas
para saciar el hambre de los pobres muertos queridos, que nadie quiere que
se le enfaden sus muertos y les cometan alguna travesura por haberlos
olvidado.
El círculo ha sido consagrado, los 4 horizontes saludados y bienvenidos a
esta ceremonia, y en el centro, contra la piedra del altar, se ha sentado
el más anciano de los 3 druidas mientras los otros dos invocan 5 veces a
Awen
AWEN, AWEN, AWEN, AWEN, AWEN!
Ya está la druidesa invitando a todos a invocar los nombres de los espíritus
queridos cuando el anciano la ve avanzar hacia la luz de la hoguera: La Gran
Reina se le acerca, aunque todos los demás sólo ven un cuervo revoloteando.
Pero la Diosa lo mira y se para bajo el viejo roble donde acaba de aparecer,
muy difuminado, el velo entre los dos mundos, y con un movimiento de sus
dedos lo abre para él.
Y esto es lo que el anciano druida ve a través del velo en su última noche
de Sow-en.
Ve nuevos dioses construidos en mármol a imagen y semejanza de un pueblo
invasor y altivo que sueña con ser dueño del mundo.
Y este pueblo intenta monopolizar los rituales de la Fiesta del Último día
del Verano disfrazándolos de celebración para su propia Diosa de la Cosecha,
una extraña diosa de la fertilidad esta, que se pasa media vida negándose a
casarse (están locos estos romanos, piensa el druida…)
(mientras, en esta noche del mundo, los druidas anuncian que los puentes
entre los mundos se están tendiendo, los puentes por los que han de pasar
los espíritus que por una vez al año pueden volver de visita al mundo de los
vivos)
Y ve que los viejos rituales no sólo persisten, sino que el pueblo seguirá
aún celebrando el comienzo de la Parte Oscura del Año mucho tiempo después
de que los romanos se hayan retirado de la tierra del Gran Padre Herne
llevándose con ellos a su Pomona y todos sus otros dioses.
(uno de los druidas se arrodilla junto a él y le coge la mano, “qué te pasa,
Guía?” “Creo que es mi hora. Continúa con esta ceremonia, por mí”, y el
druida se levanta y anuncia que el velo se está alzando para que aquellos
que saben ver vean ahora)
Pero para el anciano druida ya estaba alzado, y ve cómo llega otro pueblo
invasor con otros nuevos dioses advenedizos pretendiendo ser los verdaderos.
EL verdadero, porque este pobre pueblo es tan pobre que sólo se puede
permitir un dios…
Los guías que envía el nuevo dios son arrogantes y violentos, y pretenden
desde el principio prohibir rituales que son tan viejos como las colinas que
los acogen, pero el pueblo se sigue resistiendo.
Aunque este dios es más incansable que Pomona.
O sus mensajeros más cabezotas.
(Los dos druidas que ahora guían solos la ceremonia están partiendo ya el
pan y esparciendo las migas, bendiciendo el hidromiel y regando con él el
círculo para compartir con los dioses antes de compartir con el pueblo la
comida y la bebida que han reunido entre todos.
Comienza la fiesta.)
La gente viste diferente y las ciudades cuentan con casas fuertes y templos
extraños en piedra; los templos del nuevo dios, que está persistiendo el
paso de los siglos.
Sow-en ya no se llama Sow-en y ya no es la última noche del verano ni el
principio de la mitad oscura del año. Ahora todo se llama distinto, y
también los ritos son distintos… o no.
Porque los mensajeros vestidos de negro del nuevo dios han sido astutos;
viendo que no podrían vencer nunca a los viejos dioses de las colinas, a
cuyos rituales se aferraba el pueblo como el musgo a la roca, simplemente
se apropiaron de sus ceremonias y les cambiaron los nombres…
Ahora el pueblo no sabe que está festejando a Morrighan, la Gran Diosa de
los muertos. El pueblo no sabe que en esta noche hay que abrir las puertas
para que vengan de visita los espíritus queridos, que tanto nos echan de
menos como nosotros a ellos, ni saben tampoco ya que a los muertos hay que
agasajarles con sus comidas favoritas para que sean felices, y que hay que
dejarles fuego encendido para que reconozcan en la oscuridad nuestras
casas…
Ahora el pobre pueblo cree que a los muertos hay que tenerles miedo y que si
vienen esta noche es para reclamarnos a los vivos porque nos envidian el
aire que respiramos y nos lo quitarían si no tuviéramos a Un Dios Verdadero
al que rezar para pedir protección…
(Los espíritus han cruzado los puentes y conversan amablemente con sus seres
queridos; las madres que se fueron, los hijos que enfermaron, los viejos
druidas que tienen aún tanto que enseñar y aconsejar a sus discípulos en
bien de todos… El pueblo y sus muertos celebran la vida en esta noche de
los espíritus, junto al fuego)
Ve el anciano druida cómo pobres y maleantes fingen recogimiento y devoción
yendo en procesión de casa en casa ofreciendo rezos por el alma de los
difuntos a cambio de unas “tortas de ánimas”. También hay niños que piden
tortas descaradamente so pena de acometer alguna pequeña maldad…
Qué es esto?
La gente tiene miedo a sus propios muertos?!
Cómo es posible?!
El anciano no se puede creer lo que están viendo sus ojos… Más quisiera
poder cerrarlos y no saber ver.
Triste, un dios que obliga al pueblo a vivir en el miedo a la muerte…
(El pueblo comparte lo que tiene; lo que puede y lo que sobra, que algún
afortunado hay al que le ha ido tan bien que puede sacrificar un animal para
que todos coman… Al igual que también hay alguno al que no le llega el
pienso del invierno para todos los animales, y sacrifica alguno para poder
mantener a todos los demás. A los niños les reparten regalos)
Ve el anciano cómo siguen cambiando los templos y los hábitos, cómo algún
mensajero del nuevo dios decide que aquellas mujeres que aún conservan los
viejos conocimientos de las plantas y las medicinas son peligrosas para la
nueva fe.
Cómo alguno de ellos decide que es la hora en que el pueblo tenga miedo de
la sabiduría, y convierte a esas mujeres en “brujas”; seres peligrosos que
se alían con las fuerzas del mal para más gloria del nuevo señor de los
muertos, un simple espíritu travieso que trae en jaque al nuevo dios,
demasiado blando para acabar con su único enemigo.
Pobre pueblo! Sufriendo el miedo a la muerte, odiando a sus propias diosas
hechas carne, muriendo de angustia en vida porque así lo decide un dios de
tercera y sus glotones mensajeros vestidos de negro…!
(Los dos druidas deciden que es la hora de volver a echar el Velo, e invitan
a todos a despedirse y a abrir el Círculo para que esta bendición de la Vida
sea compartida por todos los seres de la Naturaleza. Se reparte el Fuego
Ceremonial; cada vivo toma un palito y lo prende, para llevarlo a casa y que
forme el primer fuego del Nuevo Año en la chimenea del hogar. Cada uno se
lleva su trocito de fuego prendido dentro de una raíz o un nabo, para que no
se apague por el camino.)
El anciano druida ve, aunque no sabe si esto le alegra o no, que hay
pequeñas trozos de los viejos rituales que se defienden bien y se niegan a
desaparecer.
El fuego.
La comida.
La locura de la fiesta, por mucho que los mensajeros de negro se empeñen en
callarla, en conseguir que estos tres días de fiesta sean sólo de rezos y
tristezas.
(Aún dos días de celebraciones; la locura y la alegría es demasiada para
concentrarla en una sola tarde, dejemos a los vivos que sean felices, que la
vida es mucho más corta que la muerte. Los dos druidas se acercan al anciano
y se miran. Se sientan junto a él para prestarle un poco de calor, y no es
que haga frío, que es una noche suave y las hogueras aún viven, pero siempre
es mejor morirse en compañía cálida y humana.)
La mirada del anciano sigue viendo cómo el ritual se desboca a lo largo de
los siglos de la intransigencia y la maldad institucional del nuevo dios.
Ahora tienen la desvergüenza de prohibir al pueblo que en esta noche jueguen
con fuego, que se disfracen, que permitan a los niños a pedir comida…
porque “esos son costumbres paganas”!!!!!!!!!!!!!
Habrase visto semejante despropósito, tamaña caradura!!!!
Ellos! Los desnaturizadores de ritos sagrados!
Los violadores de dioses!
Y aún le dolerán los ojos de ver cómo todo se convierte en un “comercio”…
Nada de intercambio de regalos, nada de compartir comidas ni bebidas, nada
de hermanarse con los espíritus queridos…
Sólo estúpidas figuras que no existen llamadas “vampiros”, “brujas”,
“fantasmas”, “Jack O”…
Y que ya nadie recuerde a Morrighan.
Y que los muertos pasen hambre y sed…
Aún peor, que los muertos pasen frío del calor humano…
(El anciano druida agradece el calor de sus dos discípulos y les sonríe,
“gracias, hermanos, vuestro calor es tan bueno…”
Morrighan le está haciendo señas; es la hora.)
Mis bendiciones,
Jaguar Blanco