Consigna: Música y curación... La música, desde la perspectiva celta viene del matrimonio entre la tribu y la tierra. Su poder curativo es usado para alinearnos con el alma del mundo, con la naturaleza, y con nosotros mismos. Experimenta tú con la música. Tócala, cántala, lo que se te ocurra. Muévete en las tres canciones y observa. ¿Cómo la música puede curar?
Las redes que teje el piano
Realmente, este será un ensayo largo, porque el abanico de experiencias y pensamientos que tenía del tema se han ampliado enormemente. Voy a hablar sobre la música y su uso para la sanación del alma.
Largo tiempo busqué herramientas para usar la música para la restauración del alma, para lograr su equilibrio con el mundo externo. Toco el piano desde niña, y he tenido valiosas y extrañas experiencias con este instrumento. De chica creía que podía modificar el clima mediante la interpretación de determinados temas (inventados por mí), y la suficiente concentración; y los resultados eran sorprendemente rápidos. Me he sentido completamente sola en una habitación repleta, me he sentido unida a todos en la misma habitación, y hasta sentí que sólo existía la música y yo, todo esto estando en una audición con público. Me alejé de mi instrumento por sentirlo una carga, y este año volví a él como otro canal de expresión, como una herramienta mejor que las palabras para expresar ese otro lado que no alcanzo a comprender de mí, esa sombra que es parte mía, igual de válida que la conciente.
Muchas veces he terminado con una emoción totalmente distinta a cuando empecé a tocar, y muchas otras he llevado ese sentimiento a su climax. Sin embargo, nunca terminé de entender cómo a veces las mismas canciones no surtían los mismos efectos, cómo a veces tocar desplegaba energía y telarañas transformadoras, y cómo otras veces era simplemente tocar las notas de un instrumento ajeno a mí.
Hay un mito en la cosmogonía celta que cuenta que el Dios Dagda tenía un arpista, el cual se llamaba Uaithne. Uaitthne estaba casado con Boann, la cual le dio tres hijos: Goltraí (canción triste), Gentraí (canción alegre) y Suantraí (canción de cuna –llullaby). Otras versiones nombran al arpa de Dagda como Uaithne. Los nombres de los esposos significan Armonía Mortal, y el de Boann Melodía Sobrenatural. Podrán encontrar los nombres de los hijos también como Goltriaghe, Giantrighe y Suantriaghe.
Según esta creencia, los bardos poseían tres tipos de melodías para tocar que generaban determinados efectos en los seres humanos. Eran una herramienta, no una canción definida, como las escalas mixolidia, frigia y demás del pueblo griego. Goltraí provocaría un estado de alegria en el hombre; Gentraí de tristeza, y Suantraí los sumiría en un profundo sueño (éste aspecto muy usado en las leyendas celtas como un encantamiento o como manera para viajar al Otro Mundo).
Estas emociones que en inglés se denominan joy, sorrow y sleep, tienen un significado más profundo que el convencional. Joy, alegría, puede ser entendida como felicidad, gozo, excitación, asombro, éxtasis, valor y quizá hasta enojo. Son emociones, por decirlo de alguna manera, activas. Sorrow en cambio, representa al dolor, la pérdida, la depresión, la nostalgia, el miedo, o el anhelo, es decir, el deseo que viene de lo profundo del alma y nos moviliza. Estas son emociones que no conducen a la acción, pero se trata de una activación total de la mente, al igual que joy.
En cambio, sleep es entendido no sólo como dormir y descansar, sino es también provocar paz interior, deteniendo el pensamiento verbal. Se asocia a la sanación, es el equilibrio entre la tristeza y la alegria, nos rebalancea. El arpa Uaithne era conocida porque con su templar, mantenía en orden las estaciones (primavera, verano, otoño e invierno). Del mismo modo, la música pone orden en nuestro ser, nos hace pendular para un extremo, luego hacia otro y luego nos permite sintetizar ambos a través de otra experiencia. Esta curación lograda en el umbral entre la tristeza y la alegria es también un umbral entre Este y el Otro Mundo. Accedemos a un lugar en donde los contrarios son reconciliados, y entramos en un estado de conciencia no ordinario.
Tener esta clasificación de joy, sorrow and sleep resultó ser la herramienta que por ahora, necesitaba para entender lo que ocurría con mi piano. Estos tres nombres engloban la cantidad de emociones, pensamientos y visiones que pueden llegar cuando interpreto o cuando otros escuchan el piano. Pero antes de hablar de las transformaciones, hablemos de la preparación previa que a mí me resulta a lo hora de transformar el estudio musical en una experiencia sagrada.
La elección del tema que voy a tocar no es lo principal, he logrado reir y llorar con exactamente el mismo tema, dependiendo de la intención que pongo en ello. Pero para sentir más allá de la música necesito enfocarme totalmente en ella, dejarme penetrar y sentir que todo mi cuerpo escucha la música, es la música. Eso lo he logrado a través de distintas técnicas: la primera que noté es la memoria.
Llega un punto cuando uno aprende una canción en que parece que los dedos se movieran solos. No necesitamos pensar en el compás siguiente, ni en los acordes; incluso podemos irnos con el pensamiento, y los dedos siguen tocando. En este estado, es mucho más fácil dejarse llevar por el inconsciente que fluye.
Otra técnica fue concentrarme en los nodos de la madera del instrumento: sus formas extrañas y espiraladas varias veces me han sumido en un estado similar al trance. También lo he hecho con un cuadro de un paisaje que está encima del teclado, con los mismos efectos.
Pero la técnica que más me gusta puede realizarse incluso cuando estamos aprendiendo la canción o cuando necesitamos la partitura al frente para poder interpretarla. Se trata de crear una historia, de imaginar un poema, una obra teatral, un cuento, o simplemente un conjunto de emociones, sensaciones, colores o figuras que nos sugiere la partitura que estamos tocando. Mi profesora me enseñó esto con el objetivo de encontrar el sentimiento que nos provoca la canción y así aprender a transmitirlo: a vivir la partitura. Pero se trata aún más de eso: porque cuando creamos la historia, a medida que recorremos el pentagrama, vamos descubriendo aspectos de nosotros mismos. Me reflejo en cada una de las historias que he escrito para las canciones que toco, y hasta he encontrado soluciones casi sin darme cuenta. La Sombra descubrió una maravillosa forma de hacerse presente a través del momento de la creación del significado con que voy a cargar esa canción. Pero una vez terminado, el cuento me sirve para volver sobre ese sentimiento, e incluso para conducir a la gente que me escucha tocar, al sentimiento que quiero que tengan.
La elección de qué canción tocar no tiene mucho que ver con el efecto. Si bien hay temas que los identifico instantáneamente con sorrow, la frontera entre éste y sleep es muy difusa y a veces a mí me ha transmitido sensaciones diferentes a otra persona. Incluso, a veces prefiero tocar dos o tres compases durante mucho tiempo, como si repitiera el mismo ritmo en un tambor, para simplificar la ejecución y dejarme llevar más rápidamente. Y los resultados son asombrosos, si bien recién estoy empezando a observar desde esta perspectiva la música.
¿Será el mismo efecto que se siente el interpretar un tema y el simplemente escucharlo? También he sentido el éxtasis al escuchar alguna canción que me toca en especial... pero supongo que ambas experiencias tienen sus ventajas y desventajas, y que para las personas que no son músicas resulta mucho más cómodo el escuchar a otro. Pero ser el intérprete te permite adaptar la melodía a tí, y el acompañar tus cambios internos con vaivenes musicales...
Haber analizado lo que me pasa cuando toco el piano, y haber clasificado las canciones y las emociones en sorrow, joy and sleep me hizo entender más profundamente las emociones que me embargaban y me hizo entender el vínculo que tengo con mi instrumento. Es mi herramienta de sanación, sin saberlo. Es la manera en que yo dejo libre a mi Sombra, la dejo llorar, reir, asustarse, temerse, para finalmente descubrir el profundo amor a sí misma.
Descubrí que soy chamana en un aspecto que desconocía, y que mediante las notas camino entre los mundos, y puedo traer emociones y modelarlas. La mayoría de los temas que toco pasan por lo menos por dos de los tres tipos de música, por lo que cada canción termina representando una iniciación, o por lo menos un discurrir de una idea con una conclusión.
Ahora mi pregunta es: ¿cómo sigo a partir de ahora? Seguiré explorando esta característica que descubrí cómo utilizar, pero ¿cómo puedo proyectarla al resto?, ¿cómo puedo hacer vibrar a otra persona con la misma intensidad que vibro yo?
Lamentablemente, y por ahora, desconozco qué mecanismo usar; sólo sé que a veces ocurre, a veces no. Y sé cómo se siente cuando las cuerdas del alma de otra persona resuenan con las mías, materializadas en mis dedos que tocan una canción.
¿Cómo empezar? **Si tienes un instrumento y lo sabes tocar, ya vas en buen camino! Si no, una flauta, un tambor, un cascabel, consigue cualquiera de estas cosas. Si te animas a cantar, mejor que mejor.
**Busca canciones que te lleguen, que te descoloquen (no importa si sus letras no tienen nada que ver) e intenta aprenderlas. Despégate de su melodía original y crea otras.
**Pasa horas tocando “nada” dejándote llevar por la inspiración y la respiración. Los ojos cerrados ayudan mucho (inventa palabras si cantas).
**Averigua de otras culturas: intenta encontrar sus ritmos, o alguna canción para aprender. El exotismo y el folklore lo hacen más interesante…
**Experimenta contigo mismo: observa cómo te sientes al interpretar tal o cuál canción; cada vez será diferente.
**Otros datos: si te interesan las músicas grabadas para escuchar, a mí para entrar en trace me ha servido mucho Steve Roach, que encima se consigue fácil por Internet.
Espero muy ansiosa sus comentarios y experiencias!!
Saludos
Nas