Me disculparán que me tome la atribución de ocupar este espacio virgen… va en contra de mis principios, pero me gustaría compartir esto con la comunidad…
Hablemos del Zen. Sin duda, muchos conocerán esta filosofía oriental. Muchos la habrán encontrado en su peregrinar por el Camino, antes de encontrar la Senda.
Pasos_lentos arañó un poco la superficie con sus fragmentos de “El Arte del Tiro con Arco”(que estaban muy interesantes, por cierto), pero aún falta explicar lo esencial: ¿Qué es el Zen?
Básicamente, el Zen consiste…en nada. Así de simple. La filosofía zen es la filosofía de la vida, y la vida pasa sin apegarse a nada ni nadie. Se trata de seguir adelante con ella sin detener ni interrumpir su flujo, sin aferrarse a las cosas, porque mientras más nos aferramos más nos alejamos de ellas.
“El pato no piensa en reflejarse en el lago,
El agua no piensa en recibir su reflejo”
Pero no confundir con indiferencia. El Zen no habla de vivir sin importarnos lo que suceda a nuestro alrededor, si no de maravillarnos cada segundo por lo que pasa en él. Un hombre pensó:
"Soy feliz ahora por poder permanecer en este lugar.”
La próxima vez que se sienta desgraciado irá de nuevo a ese lugar, y descubrirá que no lo hace feliz. Entonces sólo existirá el recuerdo muerto de la felicidad. ¿Por qué?
Porque en su interior decidió que su felicidad solo la encontraría allí donde una vez fue feliz, sin darse cuenta de que podía encontrarla en cualquier parte donde quisiera maravillarse por lo que veía.
El Zen también se define como “ir derecho adelante”, sin detenerse. Esto se relaciona con un actitud mental denominada “de no interferencia”. Un maestro de Kendo (esgrima) lo explicó así:
“Cuando se golpean las manos, el sonido se produce sin pensarlo ni por un instante. El sonido no espera ni piensa antes de salir.”
El Ataque y la Defensa en el Kendo se refieren a la Vida (ataque) y nuestra actitud frente a ella (defensa). Si nos paramos a pensar en como “defender”, el flujo se interrumpe y el “ataque” nos golpea aún con mayor fuerza. Debemos dejar que su baile transcurra en armonía ininterrumpida, sin pensarlo, así ya no habrá dos movimientos, si no uno solo y perfectamente equilibrado.
Es como escuchar música. Pensar en los distintos acordes que componen la pieza es destruir su belleza global. Es mejor concentrarse en ella mientras va sucediendo, “ajustando nuestra mente a su ritmo”.
Los que hayan leído escritos de maestros zen, concordarán conmigo en que a veces sus textos son complejos de entender o de aplicar. Como muy bien dijo Nasseilian, algunos provienen directamente del diálogo con Awen, (aunque dudo que ellos la llamen así jeje), pero su función no es confundir, así como tampoco lo es aclarar.
Cuando se le preguntaba sobre los misterios (…) del Budismo, respondía [el Buda]: "El árbol de ciprés en el patio"; "El bosquecillo de bambú al pie de la colina"; "La basura seca en el rastrillo". !Cualquier cosa que saque a la mente de las abstracciones de la vida!
Podría compararse al zen con una brisa que sopla sobre la tierra. Sin embargo, éste no siempre llega como una suave brisa. A veces lo hace como ráfaga violenta, o un siroco helado que penetra el corazón, atravesándolo de lado a lado.
“La libertad y pobreza del Zen es abandonar todo y "seguir adelante", pues esto es lo que la vida misma hace, y el Zen es la religión de la vida.”
(Uff… es más difícil de lo que parece sintetizar esto. Las cosas simples son las más complicadas de explicar. Y las más bellas de entender.)